Lo que el jabón es para el cuerpo, las lágrimas son para el alma
~ Proverbio judío
~ Proverbio judío
Llorar puede ser señal de querer a alguien profundamente, de preocupación o de tristeza. Las lágrimas a veces son de felicidad o de ternura, y en otros casos de miedo o de enojo. Se llora en privado, donde nadie te ve, cuando la razón no es del todo noble o cuando el dolor es tanto que temes la reacción de los demás. Se llora en público si la felicidad es insoportable o si es imposible contener las lágrimas.
En un momento u otro, todos lloramos, y a pesar de ser algo tan humano y tan natural, las lágrimas encierran son algo misteriosas. Shakespeare escribió en Enrique VI que llorar disminuye la profundidad de las penas; la ciencia no ha terminado de aclarar la naturaleza del llanto, pero parece que el Bardo no andaba tan lejos de la verdad.
Con algo de curiosidad y tiempo pueden encontrarse estudios que confirman que las lágrimas ayudan a reducir tensiones, remueven toxinas y ayudan al cuerpo a curarse. Llorar le sirve al ser humano para mantener la salud emocional y física. Es común sentirse mejor después de llorar, sobre todo cuando el llanto es de tristeza, por que las lágrimas lavan muchos de los químicos que el cuerpo acumula en momentos de estrés emocional. La función de las lágrimas es, pues, muy similar a la del sudor o el aire que exhalamos: deshacerse de lo que podría dañar al organismo.
Ahora, no todas las lágrimas son iguales. Hay lágrimas basales, que son las que mantienen el ojo humectado, y también hay lágrimas por reflejo, que se producen cuando algo irrita el globo ocular. Los mamíferos producen ambos tipos, pero llorar, lo que se dice llorar, es un asunto exclusivamente humano.
Por ahí de 1957 se descubrió que las lágrimas causadas por una emoción fuerte son diferentes de las causadas por una basurita en el ojo. Las emocionales tienen más proteínas y beta-endorfinas, que son analgésicos producidos por el propio cuerpo. Allá en la Universidad Marquette, en Estados Unidos, un estudio mostró que la gente física y emocionalmente sana llora más y por más razones que los hombres y mujeres que sufren de enfermedades como úlceras y colitis.
Las mujeres suelen llorar más que los hombres, pero no es un asunto puramente cultural. El organismo femenino vive inundado de hormonas, entre ellas la prolactina, que está directamente relacionada tanto con la producción de leche materna como con la producción de lágrimas. Antes de que las hormonas hagan de las suyas, los niños y las niñas lloran con la misma frecuencia, pero por ahí de los 12 o 13 años, el nivel de prolactina en el cuerpo de la mujer aumenta un 60%.
Con todo y todo, lo hechos médicos y las estadísticas no cuentan la historia completa. Muchas religiones describen deidades o profetas que lloran: el verso más corto de la Biblia dice simplemente “Jesús lloró”; los budistas se refieren al jade como “lágrimas de Buda” y los incas llamaban a la plata “lágrimas de luna”.
Llorar es una de las muchas cosas que nos hace humanos y no es un signo de debilidad. Sean tus lágrimas de tristeza, de felicidad, de enojo o de lo que sea, permitirte llorar, lector, lectora, es permitirte sentir. Lo dijo mejor Dickens en Oliver Twist: llorar "abre los pulmones, lava el semblante, ejercita los ojos y suaviza el temperamento. Así que llora.”
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