Que a las palabras se las lleva el viento es bien sabido. Papelito habla, dicen algunos. Lo usamos todos los días para envolver, limpiar, esculpir, tapizar y envolver, para escribir grandes ideas, garabatear listas de compras o anotar pequeños mensajes. El papel es una de esas cosas que damos por hecha y olvidamos que su invención cambió el curso de la historia.
La invención del papel suele atribuirse a los chinos, en particular a un eunuco miembro de la corte del emperador He que se llamaba Ts’ai Lun y que en el año 105 d.C. documentó por primera vez la técnica que más tarde dio origen al papel tal como lo conocemos hoy. Así que aunque oficialmente es un invento chino, no hay que olvidar que los egipcios ya usaban pergaminos hechos con la planta conocida como papiro por ahí del 3000 a.C., y en nuestro continente se usaba el papel amate desde el siglo V.
La palabra ‘papel’ viene del egipcio papȳrus, término que pasó casi intacto al latín y de ahí al catalán como paper, de donde lo tomó el español. Los egipcios tenían muy masticada la técnica para convertir el papiro en pergaminos, pero cuando los griegos y los romanos quisieron copiarla se encontraron con que el papiro es un tanto delicado y no se podía cultivar fácilmente en sus territorios, así que sustituyeron la planta por piel animal. Y los chinos, antes de Ts’ai Lun, usaban bambú o seda. El problema con todos esos materiales es que no eran ni fáciles de conseguir ni eran baratos. La cultura china resolvió esta situación usando fibras de maderas nada exóticas que crecían en su territorio. La técnica tardó algún tiempo en propagarse, a los chinos les gusta guardar secretos, pero eventualmente el uso del papel se extendió por Asia y entre intercambios comerciales y guerras varias, llegó al medio oriente y a la India, donde se inventaron los libros (hechos originalmente con hojas de palma).
A Europa el papel llegó gracias a los árabes, quienes lo llevaron primero a España y de ahí a Italia, durante el siglo XIII. En la Europa medieval se usaron primero fibras de cáñamo y lino para fabricar el papel, pero conforme su uso se hizo más popular estas materias primas comenzaron a escasear y la técnica tuvo que cambiar. En 1450 se inventó la imprenta, y aunque las primeras obras creadas con ella se hicieron usando pergaminos de piel animal, la imprenta y el papel se hicieron inseparables rápidamente.
Si se observa la historia del papel puede verse un claro paralelo entre su uso y el desarrollo de ciertas culturas. Egipto tenía sus papiros y se desarrolló con más éxito y más temprano que China, hasta que esta perfeccionó la manufactura del papel y abandonó el bambú. Está también el caso europeo, cuyo avance cultural se aceleró notablemente durante el Renacimiento, en gran medida gracias a la popularización y el perfeccionamiento de la imprenta y el papel. Ese proceso, el del perfeccionamiento de las técnicas de impresión y del papel, no ha concluido; ha dado origen o hecho posible a la creación del lápiz, de la pluma fuente, los periódicos, los libros impresos en serie, las cartas, los diarios, los libros de texto, los carteles, el papel fotográfico, el cartón, las revistas, los sobres, los pañuelos desechables y el papel sanitario, los boletos, los billetes, los cheques, el papel tapiz y un largo etcétera. Así, directa e indirectamente, el papel contribuyó a la creación de las grandes obras de la literatura, de los grandes sistemas económicos, a la propagación de ideologías, a la educación, a la creación de leyes, a la cultura del consumo y lo desechable, entre muchas otras cosas.
El papel y la imprenta también hacen posible que leas esto, querido lector, y me permiten despedirme de este espacio espiral. ¡Hasta que nos volvamos a encontrar!
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario