Del griego al gringo

Había una vez un lugar llamado Ítaca, y este lugar tenía un rey llamado Ulises[1]. Este rey había peleado y triunfado, después de pasar por un montón de cosas, en la Guerra de Troya. Ahora lo encontramos en el viaje de vuelta a su país, en donde su fiel esposa Penélope y su amado hijo Telémaco lo esperan. Bueno, casi. Ulises lleva 10 años desaparecido y en Ítaca todos creen que murió en la guerra. Así las cosas, a Penélope le cuesta algo de trabajo mantenerse soltera, porque hay muchos que aspiran a casarse con ella. Telémaco ha intentado evitar que alguien usurpe el trono que, en último caso, le corresponde a él, pero acaba por desesperarse y, aconsejado por Atenea (sí, la diosa) sale a buscar a su padre. Los tres, Odisea, Penélope y Telémaco, habrán de pasar por aventuras y trances diversos, a los que se enfrentan usando su ingenio y algo de ayuda divina.

La Odisea es, desde luego, una obra clásica. Este poema épico consta de 24 libros y empieza no por el principio de la historia sino a la mitad, y Homero nos cuenta como es que sus personajes llegaron a ese punto a través de recuentos y saltos en el tiempo, flashbacks. En los primeros cuatro libros no sabemos dónde está Ulises, Homero nos cuenta como están las cosas en Ítaca y por qué Telémaco decide salir en busca de su padre. Hacia el libro 5 nos enteramos de que Odisea no está muerto, anda de parranda. Lleva 7 años “secuestrado” por la bella ninfa Calipso, y es liberado por los dioses Atenea y Zeus. Ya va de regreso a Ítaca pero Poseidón lo intercepta y hace naufragar su balsa… y no es para menos, Ulises había dejado ciego a Polifemo, el hijo de Poseidón, y esas cosas calientan. ¿O no?

Total que Ulises naufraga y va a dar a las costas de Esqueria, tierra de los feacios. Ahí es recibido con gran hospitalidad y se entretiene un tiempo en contar a sus anfitriones sus aventuras y desventuras, que son muchas. Así nos enteramos de su encuentro con el cíclope, de cómo un grupo de sirenas intentó y logró desviarlos a él y a su tripulación de su camino, de su encuentro con un profeta ciego y de varios episodios más. Ulises resulta ser un gran narrador, tanto que los feacios le regalan un barco y por fin logra regresar a Itaca, donde él y Telémaco se despachan a todos los atrevidos pretendientes que intentaron quitarle trono y mujer. Penélope, haciendo gala de inteligencia, había logrado mantenerse fiel a Ulises y a partir de su regreso viven felices para siempre.

Supongo, lector, lectora, que a ti también te tocó leer La Odisea (y tal vez también La Ilíada, que es la primera parte de la historia de la guerra de Troya) en la preparatoria, y si no espero que a pesar de que ya te conté cómo termina todo, aún tengas curiosidad por leer el libro. Si me tomé la libertad de contar la historia completa, aunque a muy grandes rasgos, es por que en esta ocasión una de las películas basadas en esta obra clásica merece más que una simple mención.

La influencia de la obra homérica en la literatura y el arte occidental es innegable; a partir de La Odisea se han creado numerosas obras de arte. Por ejemplo, los cuentos de Las Mil y Una Noches protagonizados por Simbad El Marino, fueron tomados de la obra de Homero. También está The Penelopiad (“La Penelopiada”) de Margaret Atwood, narración que cuenta la historia de La Odisea desde el punto de vista de Penélope. Y no puedo dejar de mencionar el Ulises de James Joyce.

De entre todos los trabajos artísticos derivados de la épica de Homero quiero detenerme en una película que es, desde mi punto de vista, una de las obras maestras de los hermanos Ethan y Joel Coen. Me refiero a O Brother, Where Art Thou? (“¿Dónde estás, hermano?”) cuyo guión está basado en La Odisea, aunque no se trata de una adaptación ni mucho menos.

Lo que los Coen hacen con La Odisea es tomar algunos de los momentos más significativos, desde el punto de vista arquetípico, y llevarlos a ese extraño universo en donde han creado sus historias. La travesía de Ulises es la road-movie, el relato de viaje, por excelencia. Los Coen lo reconocen y rescatan uno de los motivos principales de La Odisea: el ingenio.

En O Brother, Where Art Thou?, el muy bien peinado Ulysses Everett McGill (George Clooney) emprende un viaje para recuperar el botín que enterró tras el robo por el cual lo arrestaron. Encadenados –literalmente- a él van el simpático y tonto Delmar O'Donnel (Tim Blake Nelson) y al desconfiado Pete Hogwallop (John Turturro). Entre su escape de prisión y el tesoro habrá ecos homéricos como un hombre ciego que predice su suerte, un “cíclope” encarnado por un vendedor de Biblias (John Goodman) y tres lavanderas-sirenas. Con todo y todo, los Coen logran un filme profundamente original. La película, como el poema que (en parte) la inspira, no tiene desperdicio.



[1] La Odisea fue escrita en griego y el nombre original del héroe era justamente Odiseo, pero cuando los romanos tradujeron al latín la historia, el nombre del héroe cambió a ‘Ulises’.

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