Jim Botón se llamaba así porque tenía un agujero en sus pantalones que volvía a aparecer sin importar cuantas veces lo remendara su madre, hasta que un día ella decidió transformarlo en ojal y ponerle un botón. Jim vivía en una isla tan, pero tan pequeña, que no había lugar para un solo habitante más. Mientras era bebé no ocupaba mucho espacio, así que no había problema. Conforme fue creciendo las cosas comenzaron a complicarse y Jim decide irse de la isla. Su amigo Lucas se empeña en acompañarlo y entre los dos convierten la locomotora de Lucas, que es maquinista, en un pequeño barco. Sus aventuras incluyen viajes a tierras lejanas, dragones y trece salvajes.
Jim Botón y Lucas el Maquinista se publicó en 1960 y así el mundo se enteró de lo que Michael Ende traía en la cabeza. Las aventuras de Jim y Lucas le valieron a Ende el premio Hans Christian Andersen, otorgado en Alemania a los mejores libros infantiles, aunque muchas editoriales rechazaron le manuscrito, al parecer porque era demasiado fantástico. Y es que en la Alemania de lo 60’s, en plena guerra fría, lo que rifaba era el realismo y el compromiso social, y no las locomotoras convertidas en barcos. Lo que esas editoriales no alcanzaron a ver es que entre las líneas de esta novela para niños hay un fuerte contenido social, sello de los escritos de Ende. Una vez publicadas, las aventuras de Jim Botón fueron llevadas al radio y a la televisión, y se tradujeron a numerosos idiomas, pero lo mejor de Ende estaba aún por venir.
Momo fue publicada en 1972 y llevada al cine en 1986 con actores reales y en 2001 en una versión animada. Momo es una niña que no dice mucho: tiene el don de escuchar, de verdaderamente escuchar a quien le habla. Poco a poco se hace indispensable para quienes la conocen, pues al hablar con ella los niños pueden inventar los mejores juegos y los adultos pueden encontrar soluciones a sus problemas. Un día los Hombres Grises se roban el tiempo de los amigos de Momo y ella debe recuperarlo. En mi opinión Momo es una novela casi metafísica, su tema principal es el uso que la cultura moderna hace del tiempo; es una fábula sobre la sociedad de consumo.
Cualquiera de estas novelas sería suficiente para garantizarle un lugar a Michael Ende entre los grandes de la literatura para niños y de la literatura fantástica, pero por si alguien aún dudaba de su talento, en 1979 Ende nos regaló La Historia Interminable y con ella marcó la infancia de miles de personas. Tratar de reseñar la Historia es inútil, es algo que tienes que leer. Baste decir que comienza cuando Bastián Baltasar Bux, un niño gordito y tímido, se roba un libro y se refugia con él en un desván de su escuela, para huir de un mundo en el que no parece encajar. Al empezar a leer, Bastián se da cuenta de que los personajes del libro están vivos y no sólo eso, sino que lo necesitan para salvar su mundo, Fantasía.
La tercera novela de Ende fue llevada al cine en 1984; la película se conoce en México como La historia sin fin y fue dirigida por Wolfang Petersen. Sí, el mismo que dirigió Troya. De la película no hay mucho que decir. Aunque es más o menos fiel al texto de Ende, es materialmente imposible llevar La Historia Interminable a la pantalla, no sólo por que está narrada a dos voces, lo que la convierte en realidad en dos libros[1], sino por que en sus páginas hay cientos de pequeñas historias que se entrelazan con la aventura de Bastián Baltasar Bux y Atreyu. Y para que vean que no exagero, el propio Ende pidió que la película no mencionara su nombre ni se dijera que está basada en su novela; incluso demandó a los productores, pero perdió.
Momo y La Historia Interminable se encuentran publicados en español por Alfaguara y se consiguen con relativa facilidad. Jim Botón y Lucas el Maquinista también fue publicada por Alfaguara pero al parecer ya no está disponible. Esta vez no quisiera recomendarte las películas. Date la oportunidad de leer a Ende, te garantizo que sus libros te acompañaran por mucho tiempo.
[1] Tanto la edición original como la edición en español, publicada por Alfaguara, están impresas a dos tintas, verde y roja.
1 comentario:
en mi caso llegué al mago ende alrededor de los 23 años ¡y agradezco infinitamente haber tenido esa circunstancia!
felicitaciones por compartir tan bonita descripción de aquel mundo necesario.
un beso grande, y saludos desde tierras lejanas
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