La comedia romántica de Jane Austen

Es un hecho indiscutible que periódicamente el mundo necesita una nueva versión cinematográfica o televisiva de alguna de las novelas clásicas de Jane Austen. O tal vez no es una necesidad, pero de todas formas cada cierto tiempo a alguien se le ocurre adaptar al cine o a la tele una de sus obras. La más reciente prueba de esto es la película basada en Orgullo y Prejuicio que se estrenó el año pasado. Esta vez fue Keira Knightly la encargada de darle vida la ingeniosa Elizabeth Bennet, pero ya antes lo habían hecho numerosas actrices inglesas que nadie (fuera de su país) conoce.

Están tambien las innumerables adaptaciones de Sentido y Sensibilidad, la más famosa (y my buena, por cierto) cuenta con Emma Thompson, kate Winslet, Hugo Grant y el mismísimo Alan Rickman en los papeles principales. Ah, y está también Emma, cuya más reciente versión tuvo a Kate Beckinsale en el papel principal, aunque Gwyneth Paltrow no lo sólo le dio vida a Emma antes, sino que lo hizo mejor. De hecho, de las novelas de Austen la única que no ha sido adaptada al cine es Sanditon, y eso seguramente es por que quedó inconclusa con la muerte de Jane. Al escribir esto no estaba segura de que La Abadía de Northanger tuviera una adaptación pero una rápida búsqueda me revela que sí, de hecho fue adaptada para la televisión con Peter Firth encabezando el elenco. Este último dato me lleva a pensar que incluir a alguien llamado Firth debe ser un requisito para adaptar cualquier obra de Jane Austen.

¿Por qué Jane Austen y las pantallas de todos tamaños se llevan tan bien? Las más recientes adaptaciones de sus obras, digamos que las del 1999 a la fecha, tienden a presentar a Austen bajo una luz más realista, menos romántica, y por lo tanto son adaptaciones más radicales de las novelas originales. Y me parece muy bien, siempre y cuando estemos todos de acuerdo en que ni la autora ni sus textos eran nada radicales y, aunque escribió siempre desde el punto de vista femenino, Austen no era ninguna proto-feminista. Baste señalar en este sentido que una de las palabras que más frecuentemente usan las heroínas austenianas para describir lo que buscan en sus pretendientes y en su eventual marido es “propiedad”. Bueno, en realidad la palabra que usan es “propriety”, porque Jane Austen escribe en inglés, pero podemos traducirla como “propiedad” porque el término original, en el momento en que Austen escribe, se encontraba en transición: pasaba por el proceso de dejar de significar únicamente propiedad de cosas materiales para significar también “ser propio”, es decir, tener buenos modales. Así, quienes quieren conquistar el corazón de las heroínas de sus novelas deben tener propiedad, tanto posesiones materiales como una correcta educación y conducta social.

Regresando a la cuestión de por qué la obra de Austen congenia con tanto éxito con la televisión y el cine, la respuesta se encuentra probablemente en la forma y no en el contenido. Al escribir, Jane Austen está consciente de la perspectiva; en todo momento está en control de la distancia entre el narrador y el personaje, lo que le permite darle al lector información acerca de sus personajes de manera sutil. Y esa distancia, ese narrador, se transforman sin problemas en el ojo de la cámara de cine. Esto se hace evidente en momentos como el capítulo 41 de Emma, donde el narrador no es Emma Woodehouse, la protagonista, sino su pretendiente, el señor Knightley. Al usar a este personaje como un segundo narrador, Austen nos muestra cosas que la protagonista no puede ver; o, en otras palabras, nos da otro ángulo de cámara.

Otra razón para esta particular conexión entre la literatura y las pantallas modernas es que el formato de las obras de Austen es poco más o menos el mismo que el de ese menospreciado pero exitoso género cinematográfico llamado “comedia romántica”. Las comedias románticas, igual que las novelas de Austen, tratan de una pareja que se conoce y enamora, sólo para descubrir que tendrá que superar enormes obstáculos antes de ser felices para siempre. Austen no es, desde luego, la primera escritora en usar este tipo de narrativa, nuestro buen amigo Shakespeare lo hizo primero.

Austen usa en sus obras casi todas las variantes de comedia romántica: la historia de la chica y el tipo que se detestan al conocerse, aunque la atracción (la ‘química’) entre ellos es evidente para el espectador/lector desde el primer momento. O la pareja que tiene que sobreponerse a drásticas diferencias sociales, o tal vez uno de los miembros de la pareja está a punto de casarse con alguien más. Todo eso se suma a la tan bonita moda de la Inglaterra napoleónica, y al prestigio que le da a cualquier actor aparecer en una adaptación literaria, para explicar por que a los estudios de cine les gusta tanto producir más y más versiones de las obras de Austen.

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