Pinche complot

La novela policíaca mexicana es de lo más peculiar. A diferencia de Sherlock Holmes o del comisario Maigret, nuestros policías de ficción a menudo se confunden con los criminales que persiguen y estos terminan siendo los buenos de la historia. En México, el género negro no podría tener un mejor nombre para su pesimismo y sus antihéroes.

Los primeros misterios de papel mexicanos aparecieron en los años 40 y 50, pero el verdadero auge del género se dio entre los 70 y 80. Acorde con la realidad mexicana de la época (que no ha cambiado mucho), los universos detectivescos creados en México suponen la corrupción de las autoridades, el desorden social y el caos urbano como parte de la normalidad en la que los protagonistas se mueven.

Ejemplo ya clásico del género es El Complot Mongol. Publicada en 1969, esta obra de Rafael Bernal es responsable de la introducción a la literatura nacional de Filiberto García: asesino a sueldo del gobierno que a fuerza de matar se ha convertido en filósofo. El Complot Mongol es una interesante mezcla de espionaje y política (que siempre van de la mano) con agudas reflexiones sobre el significado de la muerte y la moral.

Filiberto García, lleno de cicatrices, entre sospechas y muertos, nos entrega el humor amargo, ácido e hiriente de su creador. Bernal teje la trama de su complot en primera y tercera persona pasando de la narración al monólogo sin previo aviso, y así nos revela la acción al tiempo que nos muestra los hilos del pensamiento de García entre giros del lenguaje y dichos populares mexicanos. A Filiberto, que nunca se le ha hecho con una china, le encomiendan investigar un posible atentado contra el presidente de los Estados Unidos que habría de cometerse durante su visita a México. En sus pesquisas García es acompañado, enfrentado y vigilado por un agente de la CIA y otro de la KGB, además de muchos chinos y otros tantos mexicanos. En medio de la colección de enredos que dan forma al complot, Filiberto reflexiona sobre su vida, las muertes que ocasionó, y de paso se enamora.

Del Complot de Bernal se han derivado dos obras: una adaptación fílmica hecha en 1978 y una novela gráfica, publicada en el 2000. La película del mismo nombre fue dirigida por el español Antonio Eceiza y no es particularmente buena. Eceiza ha ganado varios premios como director, pero su adaptación de El Complot Mongol no tuvo que ver en eso. La película tiene a Pedro Armendáriz Jr. y a Ernesto Gómez Cruz en los papeles estelares, yo la vi durante un maratón en algún cineclub universitario y, si la memoria no me traiciona, fue la única película en la que me atreví a despegarme del asiento para ir por víveres.

La novela gráfica basada en el texto de Bernal también se llama El Complot Mongol y fue proyectada como una serie de cuatro números por Luis Humberto Crosthwaite y Ricardo Peláez, pero por mis manos sólo han pasado las primeras dos entregas. Me dicen los que saben de estas cosas que la serie puede conseguirse en las librerías de Grupo Editorial Vid, pero la verdad es que no me consta. Lo que sí es seguro es que los dos primeros números no tienen desperdicio.

La novela policíaca mexicana retrata los avatares de la sociedad en que nos movemos. Aunque la mayor parte de sus exponentes sitúan sus historias en la ciudad de México, igual nos vemos reflejados todos. Alfonso Reyes dijo sobre este asunto que en una sociedad que es corrupta, donde el sarcasmo y la hipocresía florecen y el poder es monopolizado, la literatura policíaca expone las inequidades e injusticias. La novela criminal nos es, pues, necesaria y natural.

Batallas

De entre la gente maravillosa que ha dado la ciudad de México, uno de mis preferidos es José Emilio Pacheco. No tengo el gusto de conocerlo, pero José Emilio me inspira un tipo de aprecio que sólo se le tiene a un extraño que te ha regalado, sin saberlo, palabras e imágenes entrañables.

Es a través de Las batallas en el desierto que conozco a José Emilio, y es a través de esas mismas batallas que conozco la ciudad de México que fue, la que ya no estaba cuando yo llegué. Carlos, el protagonista de Las batallas, nos cuenta un momento de su vida, y a través de su narración Pacheco nos revela un México de posguerra donde la influencia de la cultura popular gringa era cada vez más evidente. Pacheco habla de un individuo y de una ciudad-país que se preparan para dejar atrás la inocencia.

Palabra por palabra, la prosa maravillosa de Pacheco nos permite revivir la apariencia, los sonidos y la atmósfera de finales de los 40 en la emblemática colonia Roma. El despertar sexual de Carlos tiene lugar en tiempos del presidente Alemán, que son al mismo tiempo años de guerra. “Los niños de la Segunda Guerra Mundial no tuvimos juguetes. Todo fue producción militar. Hasta la Parker y la Esterbrook fabricaron materiales de guerra”, nos dice Carlos.

La escuela de Carlos es reflejo de la sociedad que vendría: diversa, mezcla de niños cuya madre lava ajeno, clasemedieros, norteamericanos, hijos de burócratas y niños japoneses. Su familia vive en una colonia antes aristocrática que ahora (entonces) empieza a deteriorarse. En los 40 la ciudad de México comenzaba a crecer hacia arriba. Las casas porfirianas que caracterizaban la colonia Roma fueron desmanteladas para convertirse en edificios, y así también la infancia de Carlos comenzaba resquebrajarse para dar paso a lo que le sigue, al amor, al deseo y sus reversos, el desamor y la pérdida. “Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Un día lo veré como la más remota prehistoria. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana”, dice Carlos. Y ¿quién es Mariana? Es el Primer Amor, así con mayúsculas, ese primer objeto de deseo que sabemos prohibido pero que no podemos olvidar.

“Por alto que está el cielo en el mundo/ por hondo que sea el mar profundo/ no habrá una barrera en el mundo/ que mi amor profundo no rompa por ti”, cantan los Tacvbos, inspirados por la historia de Carlos al igual que Alberto Isaac, quien dirigió la adaptación al cine de esta novela en 1986 a partir de un guión de Vicente Leñero.

Mariana, Mariana recoge la historia de Las Batallas. El encargado de dirigirla fue originalmente José Estrada, que murió antes de completar el proyecto y fue relevado por Alberto Isaac, quien eligió destacar el despertar sexual de Carlos y de pasada la crítica de Pacheco a la doble moral imperante en la sociedad alemanista que no termina de desaparecer en el México contemporáneo.

Aunque no la llamaría un clásico del cine mexicano, Mariana, Mariana es una buena película basada en una gran historia. Retrata con aceptable fidelidad tanto el relato de Pacheco como la atmósfera que lo rodea. Las actuaciones son en su mayoría muy buenas y el filme es bastante disfrutable, aunque no tanto como la novela que le da pie

El juego del hombre

Casi desde que el hombre es hombre han existido juegos que básicamente consisten en perseguir pelotas. Cuando digo ‘hombre’ no me refiero al género humano sino a la parte masculina de la especie. Tal vez después haya tiempo y motivación para escribir sobre el papel femenino en esto de los deportes.

En fin. Te decía, lector, lectora, que el hombre ha inventado pasatiempos que involucran pelotas desde el principio de los tiempos. Bueno, tal vez estoy exagerando un poco. La primera evidencia real que se tiene de este tipo de divertimentos proviene de China, donde se jugaba una cosa llamada tsu chu por ahí del siglo II a.C. En Japón y Roma también se jugaba con pelotas, en el Oriente tenían el kemari y en Occidente el harpaston. Y claro, no hay que olvidar los diversos juegos de pelota practicados por las culturas mesoamericanas

Me sirvo de esta breve introducción para, por supuesto, hablar del balompié. Acá le decimos futbol (o fucho de cariño) y las reglas de este deporte así como las conocemos hoy datan de mediados del siglo XIX, cuando fueron estandarizadas en Inglaterra y en 1904 nació la FIFA en París. De esos días hasta ahora, el futbol se ha convertido en el deporte con mayor número de espectadores (billones) y se juega en más de 200 países según la propia FIFA.

La importancia del futbol en la cultura de muchos países es tal que las selecciones nacionales de Costa de Marfil y Angola han ayudado a negociar treguas entre los combatientes de las guerras civiles que asolan su paises[1] y, en contraste, en 1969 un partido entre El Salvador y Honduras para calificar al Mundial de 1970 terminó de manera violenta y sirvió como detonador para una corta guerra entre ambos países, conocida como la Guerra del Futbol. Por algo dicen que para evitar problemas no hay que hablar de religión, política ni futbol.

En el campo de las artes, muchos novelistas han sido al mismo tiempo cronistas de deportes e incluso jugadores. O quizá sean jugadores y cronistas antes que escritores de ficción. Vienen a la mente Ernest Hemingway, que escribía para Sports Illustrated, y Jack Kerouac, que era reportero de deportes en el periódico Lowell Sun. En Latinoamérica podemos hablar de Jorge Valdano y Eduardo Galeano, que nos han regalado Cuentos de futbol y El futbol a sol y sombra, respectivamente.

Mención aparte merece el británico Nick Hornby. Este escritor inglés se dio a conocer con una novela titulada Fever Pitch,[2] que trata sobre el papel de los fanáticos en el futbol. El libro es un tanto autobiográfico y habla de la vida de un típico seguidor del futbol inglés. Fever Pitch fue la novela que hizo famoso a Hornby en Inglaterra y le permitió publicar años más tarde High Fidelity y About a boy. Estas tres novelas de Hornby han sido llevadas al cine en el Reino Unido y en Estados Unidos: los hermanos Farrelly dirigieron en 2005 la versión fílmica de Fever Pitch (Amor en juego, en español, con Drew Barrymore y Jimmy Fallon) cambiando el futbol por el béisbol para adaptarla al mercado gringo. Poco antes, en 2002, otro equipo de hermanos-directores adaptó al cine About a boy (Un gran chico, con Hugh Grant y Rachel Weisz) y dos años antes Stephen Frears había dirigido High Fidelity (Alta fidelidad, con John Cusack).

Así las cosas, no cabe duda que el deporte y en especial el futbol, juegan una parte importante en la cultural mundial. Bienvenida sea la Copa Mundial de Futbol.


[1] Así fue reportado por ESPN en 2005

[2] Sin traducción al español