Fantasía y espiritualidad

Te saludo, lector, lectora.

Hay historias que todos conocemos. Leyendas, mitos, que nos han acompañado desde siempre. Un buen ejemplo es la historia clásica del ser divino que sacrifica su vida para limpiar la culpa de otros y más tarde renace, triunfante, para asombro de sus seguidores, que ya se habían resignado a la perdida.

No, no hablo de la vida de Jesús de Nazaret. O quizá sí. En realidad la historia que tenía en mente es la contenida en El león, la bruja y el ropero. Si te das una vuelta por cualquier cine encontrarás en cartelera esta película, basada en un libro del mismo nombre. El filme es una superproducción de Walt Disney Studios rodada en Nueva Zelanda y la República Checa; se trata de una adaptación muy fiel del texto orginal, con buenas actuaciones y excelentes efectos especiales. En esta ocasión, sin embargo, no quiero referirme a la película sino al libro que le dio pie.

El león, la bruja y el ropero forma parte de Las Crónicas de Narnia, una serie de novelas fantásticas escritas entre 1939 y 1954 por C. S. Lewis[1]. Originalmente pensada como una colección de cuentos para niños, las Crónicas se convirtieron gradualmente en una compleja representación alegórica de la moral cristiana. A lo largo de siete libros Lewis incorpora la historia divina del universo, desde la creación hasta el apocalipsis, pero las Crónicas van más allá de lo religioso.

Para explicar mejor la sutileza con la que Lewis incorpora lo espiritual en las siete historias es necesario hablar un poco de las circunstancias en las que fueron escritas. Clives Staples Lewis, quien desde niño se hizo llamar ‘Jack’, nació en 1898 en Belfast, Irlanda del Norte, en el seno de una familia protestante. Desde niño vivió en Inglaterra y ahí murió, en 1963, el mismo día que John F. Kennedy y Aldous Huxley. Durante su juventud Lewis fue ateo, pero alrededor de los 30 años se convirtió al cristianismo influido por la obra de C.K. Chesterton y su amistad con J.R.R. Tolkien.

Durante la Segunda Guerra Mundial, tal como sucede al principio de El león, la bruja y el ropero, Lewis alojó en su casa a varios de los niños que fueron evacuados de Londres y sus alrededores para salvarlos de los bombardeos Nazis. Para entretener a sus huéspedes, Jack les contaba historias, algunas de las cuales se convertirían más tarde en Las Crónicas de Narnia.

Al leer las Crónicas es sorprendente la cantidad de detalles que Lewis ofrece. Se trata de un mundo fantástico que tiene no sólo historias, sino Historia, además de su propia geografía, cosmogonía, mitos, leyendas y profecías, gentes y tradiciones. Así sucede también con la Tierra Media de J.R.R. Tolkien, y no es casualidad que ambos sean universos fantásticos tan completos pues Tolkien y Lewis además de ser amigos pertenecían al mismo círculo de escritores, The Inklings[2], en el que leían y revisaban borradores de sus obras.

Narnia está poblada por animales que hablan. Según sus biógrafos, Lewis usó animales hablantes como personajes principales desde sus primeras obras, pero el protagonismo de estos en las Crónicas no es sólo continuación de aquellas; este recurso le permite al autor destacar en forma sutil matices del carácter humano sin perder el interés del lector. Así, el creador y máxima autoridad de Narnia es encarnado por el Rey de las Bestias: Aslan, el león.

En las Crónicas es evidente la pasión de Lewis por la mitología. Además de los animales que hablan, en Narnia habitan faunos, sátiros, centauros, dríadas, nereidas y hasta Baco, el dios romano del vino, aparece en algún momento. A la mitología clásica, Lewis añade su interés por la tradición medieval de los caballeros, batallas, cortes, reinas y reyes, Con la mezcla de todos estos elementos Lewis creó una historia épica que, al menos en los países anglosajones, han sido disfrutadas y atesoradas por generaciones enteras.

Todo esto parece alejado de mi afirmación acerca del contenido espiritual, religioso, de Las Crónicas de Narnia. Según el propio Lewis, este matiz no estuvo presente desde el inicio, él argumenta que sólo escribió historias fantásticas y cualquier otra interpretación se coló sin que él mismo se diera cuenta. Resulta un poco difícil creerle. En El Sobrino del Mago, primer libro de la serie[3] según el orden de lectura moderno, Aslan el león crea Narnia de la nada. Crea los cielos y la tierra, la luz y las tinieblas, las plantas y los animales. Aslan incluso escoge a algunos de los seres que recién creó y los dota de razón. En ese primer libro también encontramos un jardín con árboles cuyos frutos son prohibidos y un ser malvado que trata de hacer caer a nuestro héroe en la tentación de robarlos. Así resumido, el simbolismo es tan obvio que podría parecer grosero, pero Lewis se las ingenia para incluirlo de forma sutil.

Ya desde El Sobrino del Mago, y más evidentemente en El león, la bruja y el ropero[4], Aslan es un dios encarnado, es el Creador, pero al mismo tiempo es una deidad sin nombre, sin iglesia. Es una figura de culto que inspira miedo a sus enemigos y amor a sus seguidores. El mal no es, desde luego, creado por Aslan. La villana es una criatura caída, es Jadis, la reina que destruyó su propio mundo, y ahora se ha convertido en la Bruja Blanca. Entre El Sobrino… y La Última Batalla, Lewis nos muestra diversos aspectos de la divinidad (su divinidad) y da sendas lecciones acerca de la fe, de lo que significa Creer. En La Última Batalla[5] conocemos el final de Narnia. En un principio Lewis nos muestra la perversión en que ha caído la sociedad narniana; la mayor parte de sus habitantes niegan la autoridad de Aslan y justo cuando pensamos que todo está perdido, el propio León regresa para salvar a quienes aún le son fieles y guiarlos a lo que podría leerse como ‘el Cielo’.

Así las cosas, la historia contada Las Crónicas de Narnia resulta extrañamente apropiada para las fiestas navideñas. Con la figura de Aslan como guía y los niños Pevensie como representantes de la humanidad, Lewis lleva al lector por un viaje fantástico, sí, pero también espiritual. La belleza de los siete libros no está sólo en los detalles y en los personajes, sino en esta doble experiencia: en la posibilidad de disfrutar de las aventuras y la magia sin reparar en la parte espiritual de los textos, o de vivir simultáneamente ambas cosas


[1] No confundir con Lewis Carroll, creador de Alicia en el País de las Maravillas

[2] Inkling significa “noción”, una idea vaga acerca de algo

[3] The Magician’s Nephew fue escrito en sexto lugar pero Lewis sugirió que fuera ubicado como primer libro de la serie

[4] The lion, the witch and the wardrobe, primer libro escrito, segundo según el orden de lectura de Lewis

[5] The Last Battle, último libro en escribirse y en el orden de lectura

Regreso triunfal. Y triunfante.

Se me hace que con este largo periodo de improductividad y falta de actualización, los dos lectores de esta ilustre bitácora electrónica ya deben haberse olvidado de ella. Que triste que no se pueda tomarse un tiempo de reflexión, dubitación y meditacionencia sin que se olviden de uno.

Después de esa nota introductoria, procedo a anunciarles que

*fanfarrias*

He vuelto.

Estaba a punto de prometer que nunca más dejaría esta bitácora sin actualizar y que cada semana seguro voy a escribir, pero mejor no porque luego nomás quedo mal. Mejor les informo la razón de mi regreso. Resulta que mañana 14 de noviembre empiezo un curso para especializarme en estudios sociales de la ciencia y la tecnología. No nada más eso, sino que es un curso en línea. Lo que pretendo es forzarme a titularme y al mismo tiempo dar el primer paso rumbo a una maestría. Hace mucho que no estudio nada, tons esto es una prueba para ver si realmente tengo madera de estudiosa académica y eso o si más bien lo mío lo mío es la tele. Los matendré informados.

P.D. La cosa con las señales (divinas, del destino o como les quieran decir) es que suelen ser muy sutiles y como no las notamos, las ignoramos. Pero de vez en vez hay una de esas señales que son como un grito. Ejemplo: Me pregunté hace poco si realmente será buena idea esto del curso; el Universo me grita que sí, dándole lugar al Congreso Nacional de Filosofía en Morelia, justo el día que empiezo el curso.

A mediados de abril

Hace un ratote que no escribo nada por acá... pensé que nadie se iba a dar cuenta pero mi amada madre ya me reclamó, así que aquí estoy, de regreso.

¿Qué les cuento? Pos han pasado muchas cosas en las últimas semanas pero nada demasiado emocionante. Lo que más consternada me tiene es que la barra espaciadora de mi teclado (sin albur) ya nomás da espacios si la presionas con martillo. Chale. Ya sé que un teclado nuevo es baratísimo o que es fácil abrir el que ya tengo y limpiarlo o ver que diablos le pasa, pero la cosa es que esta compu es la de la chamba y tengo que llenar un formato para que manden a un monito de mantenimiento y que él vea que tiene el teclado. Inchi burocracia.

En noticias más interesantes, resulta que este fin de semana fui al DF con algunos cuates al Vive Latino. Estuvo bien chido. Gustavo Ceratti y Café Tacvba hicieron apariciones sorpresa, Vicentico armó un super chou, los Molotov y los Moderatto organizaron un pachangón y todo todo estuvore lindo. Bueno, salvo el pequeño detalle de que estuvimos como a 35 grados todo el día y de repente cayó un aguacero que ni les cuento. Obviamente mi aparato respiratorio no está muy contento con eso pero ya se me está pasando lo afónica.

¿Qué más? Pues nada, que me voy unos días a Austin por ahí de mi cumpleaños. Ahora estoy entendiendo porque dicen aquello de "no digas de este agua no beberé"... años y años de estar negándome a sacar visa y visitar los yunaitedesteits y todo para que acabe por allá tres veces en dos años. Ya ni llorar es bueno. Esta visita a Austin está motivada por dos cosas: que mis amigos raritos del internet se van a reunir allá y que Roy y Bertrand ya están ahí desdendenantes. Ando gaste y gaste varo así que no sé ni como voy a pagar el viaje, pero ya compré el boleto y no es reembolsable así que 'ora voy porque voy.

En la casa y en la chamba no ha habido desastres en meses... ya hasta me estoy preocupando. Esta semana pretendo comprar material para terminar una barda y eso (como todo lo que le hago a la casa) va a general más gastos, porque ahora la voy a querer aplanar y pintar y ponerle una puerta y así. Es el cuento de nunca acabar. Ahora también traigo la idea de pintar la fachada con pintura antigrafitti pa' que se vea más decente y para no hacer corajes cuando vengan y me la rayen (la barda). Y me urge poner repisas y arreglar el clóset. Y quiero una sala. Y varios tapetes. Y una isla o una barra en la cocina. ¿Ven lo que les digo? Empiezas a pensarle y resulta que necesitas ocho millones de cosas.

Mi amiga N, que trabajaba en la misma dependencia que yo, se quedó sin chamba hace ya como un mes y anda que no la calienta ni el sol. Yo estoy sospechando que la jefa le está poniendo el pie y por eso no encuentra trabajo. Esa mujer se está buscando un cáncer o que la asesinen, a la pobre (porque hasta lástima da) nadie la quiere. Bueno, pero regresando a mi amiga, hoy en la mañana me pidió dinero prestado... no mucho, y dice que me lo paga en un mes. Le dije que me diera chance de hacer cuentas porque vienen algunos gastos, pero creo que sí se lo voy a poder prestar.

Vale, pues los dejo... a ver si para la próxima vez que escriba tengo cosas menos domésticas que platicarles.

- Lux

Se me acabó el veinte

Nimaispaloma, se me acabó la vacación. El lunes regreso a trabajar, y la verdad es que ya hasta tengo ganas de ir a la oficina. Este mes que estuve de baquetona me sirvió para valorar mi chamba. Sigo pensando que mi jefe es medio lelo y todo lo demás, pero por lo que me he enterado las cosas están tranquilas y propicias. Además en menos de un mes viene Semana Santa.

Hice manzanas al horno. Así, en molde y toda la cosa. Ya sé que no es lo mismo que un pastel o galletas o algo así más elaborado, pero es la primera vez que uso mi horno. ¡Y además quedaron riquísimas!

Hace rato salí al jardín y llegué a dos conclusiones: una, que necesito un jardinero a la voz de YA; dos, que es mejor encontrar un ratón muerto con la cabeza cercenada que un ratón vivo.

Vale, me voy porque tengo mucho que leer, planchar, lavar, ver y escuchar.

Ya vine

Sobreviví.

Supongo que ya muchos lo saben, salí bien de la cirugía de vesícula y ya ando casi como si nada. Estoy en casa de los Padres para que me cuiden y no esté solapa en mi casa en Morelia porque aunque me siento muy bien, no puedo cargar nada pesado ni hacer cosas que impliquen mucho esfuerzo físico.

Voy a aprovechar estas semanas de reposo para ver si puedo arreglar lo de mi título, ahora que la UNAM está de facilota y te deja titularte casi que con 3 corcholatas marcadas y 5 pesos.

Ñañaras

¿Sabe usted lo que son las ñañaras? ¿NO? Pos ahorita le digo, faltaba más.

Ire jefe, las ñañaras, de acuerdo con la Real Academia Española no existen. Bueno, la palabra es la que no existe, porque las ñañaras son perfectamente reales y mensurables. Las ñañaras[1], damas y caballeros, son esos escalofríos que uno siente cuanto está a punto de embarcarse en una aventura potencialmente peligrosa y decididamente emocionante. Por ejemplo, cuando uno se va de viaje o cuando vas a salir por primera vez con el muñecote ese que te presentó tu amiga Lupe. Bueno, pues algo así, nomás que sin la parte decididamente emocionante, trae mi alma.

Ya se ha dicho en este mismo espacio que su servidora tiene la vesícula llena de cálculos. Se han hecho ya, también, recuentos acerca de los múltiples recursos terapéuticos a los que he recurrido en un intento desesperado por evitar la cirugía. Y como nada funciona, la vesícula se va. Se va este fin de semana, al parecer en algún momento del 22 de enero. Faltan algunos detalles por ultimar, pero será en esa fecha o las inmediatas. Por eso las ñañaras. No es propiamente miedo, es algo de tensión, ansiedad quizá. Ganas de que los dolores e incomodidades desaparezcan pero sin estar profundamente convencida de que la cirugía sea lo mejor ni de que haya otro remedio. Es como cuando necesitas bañarte pero son las seis de la mañana y hace un frío del cocol, pero sabes que apestas y tienes que ir a trabajar. Algo así.

Les aviso pa’ que no anden luego con que ‘ay, hace mil años que no me escribes’ o ‘uy, pus tienes como dos meses de no escribir en tu bitácora’ y todas esas cosas. A quejarse a su casa, yo voy a estar convaleciente y ni sé si voy a tener acceso a Internet o no. Es más, ni siquiera sé si me voy a poder sentar. Lo que si sé es que voy a tener mucho tiempo para pensar, leer y platicar. Pensar y leer casi siempre lo hago yo sola (a veces me hace falta ayuda pa’ pensar claramente, pero eso es otra cosa) pero para platicar hacen falta dos. O tres o cuatro, mientras más mejor. El chiste es que el quiera platicar, es cosa de que me hable por teléfono. También se aceptan tarjetas de ‘Alíviate pronto’ o paquetes con cositas lindas para animarme. El que quiera mi número de teléfono o mi dirección, levante la mano y mándeme un mail. Lo bueno, ya ven que soy justa y magnánima, es que si no me hablan ni me mandan nada no me voy a sentir. Con que me envíen buenas vibras y esas cosas es suficiente.

L.



[1] Me encuentro en un diccionario de cuya autoridad no puedo ser garante, que en Cuba y otras naciones caribeñas una ñañara es una herida o llaga. No es este tipo de ñañara al que me refiero.

Se me descompuso la pichancha!

Pichancha es la palabra del día. No, que digo del día... del año! o del milenio!

Güeno. La pichancha ya me la arreglaron y ahora estoy batallando con otras cosas. Parece que voy a necesitar una nueva bomba de agua. Además tengo gripe. Y me bajó ayer. Feliz inicio de año, espero que el de ustedes sea menos miserable que el mío.

Estoy un poco harta de mi chamba. Bueno, mucho, pero trato de ser optimista. Estoy oficialmente buscando trabajo, así es que si alguien sabe de una chamba en Morelia, me avisan. A algunos de ustedes los voy a importunar con mails y mi curriculum, pa' ver si me pueden echar una mano.

Qué más? Pos el año va empezando lento para mí... en algún momento, pronto, voy a tener que pasar por el cuchillo de algún cirujano pa' que me quiten la tal vesícula. Y este será el Año del Título.

Y ya. Muy poca inspiración, la mía. Ha de ser por la gripe.

Feliz año, mi gente!

Por acá seguimos. A continuación pongo a su consideración una Serie de Pensamientos Inconexos:

Mis vacaciones ya casi se terminan y aunque realmente no tengo muchas ganas de regresar a la oficina, tampoco tengo ganas de seguir en el ocio así que todo está bien.

Llevo dos semanas tratando de comprar un coche. La gente en Chrysler es profundamente estúpida y si no me resuelven las cosas a más tardar el viernes que entra los voy a mandar al demonio.

Siempre estoy pensando en viajar. Para 2005 voy de nuevo a la reunión anual de Brunchma, que no sé donde o cuando va a ser pero igual voy a ir, y a Madrid en el verano.

Sigo extrañando mucho a Malena, pero parece que ya en una semana voy a poder traerla de regreso. Y me dicen que ha aprendido mucho en este mes y medio y que ya es super obediente y todo. :)

Este año tengo dos propósitos. 1)Explorar fuentes alternativas de ingresos, a saber: la traducción de textos, la venta de fotografías y productos relacionados, y (en un intento deseperado por lograr renunciar a mi actual empleo) hacer maquillaje para novias, quienceañeras y similares. 2) Titularme.

Oigan, sabían que pueden dejarme comentarios y mensajes varios? Nomás es cosa de hacer click donde dice 'leave a comment'. Escriban algo, así no voy a sentir que estoy hablando sola.