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Malena en el cielo con diamantes
Acabo de ver a Malena meterse en una jaula para que se la llevaran lejos de mí. Ella no lo sabe, pero lloré cuando vi la camioneta alejarse. Espero que sí sepa cuanto la quiero.
Llevo varios años despidiéndome, cada vez es más difícil.
Decirle adiós a Jani en el aeropuerto de Helsinki fue terrible. Decirle adiós para siempre me rompió el corazón, y los pedazos tardaron mucho en sanar.
Dejar la ciudad de México tampoco fue fácil, pero parecía lo mejor en ese momento. Tuve que separarme de las librerías, de los cines, de las cafeterías... de todo lo que conocía y disfrutaba pero lo hice pensando en dejar atrás el estrés, los recuerdos, la desesperanza. Allá también dejé a Mamá y Papá, al hermano y la hermana. A las nuevas amigas y a los viejos camaradas. Dejé mis libros, dejé mis fotografías y dejé pendientes.
Han sido dos años de mucho aprendizaje, de dolor por momentos y de mucha alegría a veces, pero siempre cuesta arriba. Hoy tengo más conocidos, incluso amigos. Las cicatrices amorosas parecen ya sanas y me aventuro a conocer a alguien nuevo, de quien también tengo que estar lejos por que las circunstancias así lo piden.
Ya no quiero decir adiós, ya no quiero estar lejos. Ya no quiero estar sola. Es tal vez exagerado, pero Malena se ha convertido en mi compañía, en una fuente de amor incondicional y de sonrisas. Pedirme que me separe de ella es pedirme que recuerde y reviva todas esas otras despedidas, todas esas otras distancias. Espero que pueda tenerla de vuelta pronto.
Llevo varios años despidiéndome, cada vez es más difícil.
Decirle adiós a Jani en el aeropuerto de Helsinki fue terrible. Decirle adiós para siempre me rompió el corazón, y los pedazos tardaron mucho en sanar.
Dejar la ciudad de México tampoco fue fácil, pero parecía lo mejor en ese momento. Tuve que separarme de las librerías, de los cines, de las cafeterías... de todo lo que conocía y disfrutaba pero lo hice pensando en dejar atrás el estrés, los recuerdos, la desesperanza. Allá también dejé a Mamá y Papá, al hermano y la hermana. A las nuevas amigas y a los viejos camaradas. Dejé mis libros, dejé mis fotografías y dejé pendientes.
Han sido dos años de mucho aprendizaje, de dolor por momentos y de mucha alegría a veces, pero siempre cuesta arriba. Hoy tengo más conocidos, incluso amigos. Las cicatrices amorosas parecen ya sanas y me aventuro a conocer a alguien nuevo, de quien también tengo que estar lejos por que las circunstancias así lo piden.
Ya no quiero decir adiós, ya no quiero estar lejos. Ya no quiero estar sola. Es tal vez exagerado, pero Malena se ha convertido en mi compañía, en una fuente de amor incondicional y de sonrisas. Pedirme que me separe de ella es pedirme que recuerde y reviva todas esas otras despedidas, todas esas otras distancias. Espero que pueda tenerla de vuelta pronto.
Ardilla
Hoy no es miércoles, pero las ardillas están al 2 x 1 . Me explico:
Ardilla number one: Érase una vez, hace mucho mucho tiempo... bueno, no tanto, como dos meses, pero el chiste es que no este un chisme nuevo. *ahem* Al grano. Pos era fin de semana y yo esta en mi versión dominical: Chela en mano, revisaba los internets (Bush dixit) y escuchaba música. Tenía todas los canceles abiertos para que el aire y el sol se dieran una vuelta po acá. Malena y Sambia estaban echadas en el pasto, en la sombra, y todo estaba de lo más tranquilo.
Debí verlo venir.
Malena y Sambia se levantaron en una fracción de segundo, como poseídas por... por... bueno, por algo muy rápido, y comenzaron a perseguir algo. O por lo menos eso creo que pasó, porque yo estaba leyendo Brunchma y ya llevaba dos chelas. Lo que sí ví fue que algo gris y peludito entró corriendo a la casa y se refugió detrás de la cortina de la sala, perseguida de cerca por la Gran Malenis, que estaba convertida en una Furia. Sambia, que es muy respestuosa y siempre toma en cuenta mis opiniones, decidió no entrar y darle apoyo moral a la tal Male ladrando desde la puerta a todo pulmón. La Furia (cómo que cuál? pos Malenis! pongan atención o los saco) nomás le ladraba a la bestiecilla peluda que estaba detrás de la cortina y yo, que soy, como quien dice, la líder de la jauría, estaba gritando y trepada en la cama.
No se rían. Ustedes ya saben que lo que estaba detrás de la cortina era una ardilla, pero a esas alturas yo juraba que era una rata. Y no olvidemos que yo estaba etílicamente relajada cuando todo el desmadre empezó, en lugar de burlarse de mí deberían darle gracias a los dioses que no me haya dado un infarto.
Bueno, el caso es que yo estaba arriba de la cama, muerta de miedo, MaleFuria no dejaba de ladrar y Sambia hacia lo propio desde el jardín. Así estuvimos un rato, hasta que la rata-ardilla
se hartó y pegó un brinco por detrás de la cortina, la escaló hasta el cortinero y se bajó por la otra cortina. Si no hubiera estado tan escamada, me cae que la atrapo y se la vendo a un circo. Pero no. Lo que hice fue gritarle a La Furia que se le dejara ir con todo. Lo malo es que todavía no está *tan* entrenada, y en cuanto dije "Malena! mátala!", la mensa vino corriendo a donde yo estaba porque pensó que la estaba llamado. Y la ardilla aprovechó para bajarse de la cortina y correr. Maldita. Iba derechito a la puerta pa' salirse, y entonces MaleFuria la oyó y la persiguió... hasta la cocina, donde desapareció. Male siguió ladrando pero creo que ni ella vio donde se metió, porque la ardilla no se veía por ningún lado. Total que la Male se calmó y se salió a jugar con Sambia. Y a mí hasta se me bajaron las chelas del susto.
Ya para ese momento yo le había dicho a todos mis contactos del messenger que mandaran al ejército o a alguien a salvarme. Sólo recibí escarnio y burlas. Pero hay un dios, hijosdesú! a ver quién les ayuda cuando una ardilla ataque sus cuarteles.
Vuelvo. Abrí otra chela, pa'l susto, y me puse a buscar a la ardilla. Ya que la encontré, detrás del minirefri, hice lo que cualquiera habría hecho: le hablé á mis papás. Por supuesto, los muy tales andaban pachangueando sabrádiosdónde y la única disponible era La Pequeña Hermana, que procedió a burlarse de mi, y luego me recomendó que atacara al enemigo armada con una escoba. Fui por la escoba y seguí las instrucciones de LPH, lo cual sólo provocó que la maldita ardilla se escondiera en el compartimiento del motor del refri y que a mi se me bajara la chela otra vez, por el susto del chillido que el animalito hizo cuando sintió la escoba.
Chale. Me fui a sentar y a leer Brunchma otros 10 minutos, pa' recuperar fuerzas. Llegué a la conclusión de que las ardillas no son mascotas por lo que mantenerla en la casa no era opción. Además la ardilla esa era como que la nemésis de Malena y ni modo de que se llevaran bien. Pos allá voy, escoba en mano, a la cocina. En el camino (que son como tres pasos) me dije a mi misma: mi misma, no seas güey. Mueve el refri hasta la puerta del patio y el bicho se va a salir solito. Y eso hice. Efectivamente, la ardilla se salió sola pero antes me volteó a ver despectivamente y les juro que con cara de "I'll be back". Terrible asunto, este de las ardillas.
Vale, pos eso es todo. Ah, pero dije que estaban al dos por uno: ando bien ardilla por que El Hermano Cineasta ya está más que instalado en Madrid y yo ni pa' cuando titularme. Pero también me da gusto por él. Un poco.
Ardilla number one: Érase una vez, hace mucho mucho tiempo... bueno, no tanto, como dos meses, pero el chiste es que no este un chisme nuevo. *ahem* Al grano. Pos era fin de semana y yo esta en mi versión dominical: Chela en mano, revisaba los internets (Bush dixit) y escuchaba música. Tenía todas los canceles abiertos para que el aire y el sol se dieran una vuelta po acá. Malena y Sambia estaban echadas en el pasto, en la sombra, y todo estaba de lo más tranquilo.
Debí verlo venir.
Malena y Sambia se levantaron en una fracción de segundo, como poseídas por... por... bueno, por algo muy rápido, y comenzaron a perseguir algo. O por lo menos eso creo que pasó, porque yo estaba leyendo Brunchma y ya llevaba dos chelas. Lo que sí ví fue que algo gris y peludito entró corriendo a la casa y se refugió detrás de la cortina de la sala, perseguida de cerca por la Gran Malenis, que estaba convertida en una Furia. Sambia, que es muy respestuosa y siempre toma en cuenta mis opiniones, decidió no entrar y darle apoyo moral a la tal Male ladrando desde la puerta a todo pulmón. La Furia (cómo que cuál? pos Malenis! pongan atención o los saco) nomás le ladraba a la bestiecilla peluda que estaba detrás de la cortina y yo, que soy, como quien dice, la líder de la jauría, estaba gritando y trepada en la cama.
No se rían. Ustedes ya saben que lo que estaba detrás de la cortina era una ardilla, pero a esas alturas yo juraba que era una rata. Y no olvidemos que yo estaba etílicamente relajada cuando todo el desmadre empezó, en lugar de burlarse de mí deberían darle gracias a los dioses que no me haya dado un infarto.
Bueno, el caso es que yo estaba arriba de la cama, muerta de miedo, MaleFuria no dejaba de ladrar y Sambia hacia lo propio desde el jardín. Así estuvimos un rato, hasta que la rata-ardilla
se hartó y pegó un brinco por detrás de la cortina, la escaló hasta el cortinero y se bajó por la otra cortina. Si no hubiera estado tan escamada, me cae que la atrapo y se la vendo a un circo. Pero no. Lo que hice fue gritarle a La Furia que se le dejara ir con todo. Lo malo es que todavía no está *tan* entrenada, y en cuanto dije "Malena! mátala!", la mensa vino corriendo a donde yo estaba porque pensó que la estaba llamado. Y la ardilla aprovechó para bajarse de la cortina y correr. Maldita. Iba derechito a la puerta pa' salirse, y entonces MaleFuria la oyó y la persiguió... hasta la cocina, donde desapareció. Male siguió ladrando pero creo que ni ella vio donde se metió, porque la ardilla no se veía por ningún lado. Total que la Male se calmó y se salió a jugar con Sambia. Y a mí hasta se me bajaron las chelas del susto.
Ya para ese momento yo le había dicho a todos mis contactos del messenger que mandaran al ejército o a alguien a salvarme. Sólo recibí escarnio y burlas. Pero hay un dios, hijosdesú! a ver quién les ayuda cuando una ardilla ataque sus cuarteles.
Vuelvo. Abrí otra chela, pa'l susto, y me puse a buscar a la ardilla. Ya que la encontré, detrás del minirefri, hice lo que cualquiera habría hecho: le hablé á mis papás. Por supuesto, los muy tales andaban pachangueando sabrádiosdónde y la única disponible era La Pequeña Hermana, que procedió a burlarse de mi, y luego me recomendó que atacara al enemigo armada con una escoba. Fui por la escoba y seguí las instrucciones de LPH, lo cual sólo provocó que la maldita ardilla se escondiera en el compartimiento del motor del refri y que a mi se me bajara la chela otra vez, por el susto del chillido que el animalito hizo cuando sintió la escoba.
Chale. Me fui a sentar y a leer Brunchma otros 10 minutos, pa' recuperar fuerzas. Llegué a la conclusión de que las ardillas no son mascotas por lo que mantenerla en la casa no era opción. Además la ardilla esa era como que la nemésis de Malena y ni modo de que se llevaran bien. Pos allá voy, escoba en mano, a la cocina. En el camino (que son como tres pasos) me dije a mi misma: mi misma, no seas güey. Mueve el refri hasta la puerta del patio y el bicho se va a salir solito. Y eso hice. Efectivamente, la ardilla se salió sola pero antes me volteó a ver despectivamente y les juro que con cara de "I'll be back". Terrible asunto, este de las ardillas.
Vale, pos eso es todo. Ah, pero dije que estaban al dos por uno: ando bien ardilla por que El Hermano Cineasta ya está más que instalado en Madrid y yo ni pa' cuando titularme. Pero también me da gusto por él. Un poco.
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